Una de las mejores cosas que he aprendido en mi vida, es a dar gracias por todo lo que tengo.

Esta semana, aprovechando las altas temperaturas, he ido a la playa a darme un chapuzón.

Suelo ir a una playa grande, así que no es necesario pelearse por poner la sombrilla.

Y las toallas están relativamente lejos una de otras.

El caso es que estaba allí tan tranquila, disfrutando del sol, cuando de repente oí a una chica joven.

La cuestión es que esta joven, empezó a hablar muy alto.

Oye, hablaba tan alto, que parecía que estaba hablando a la playa entera.

A mí no me suele gustar enterarme de lo que dice la gente de alrededor, pero en este caso era inevitable, la oías sí o sí.

  • ”La mato, la mato, yo la mato.”- Decía con voz muy alta.

Y seguido de eso se le escucha:

“Por favor ayudadme.”

Y cómo no, toda la playa se puso a mirar a ver qué pasaba.

Se mascaba la tragedia…

Entre otras cosas, se quejaba de que su madre le había hecho mal la mochila de la playa y que todo estaba metido del revés.

Y se excusaba diciendo que ella no había podido hacerla porque estaba durmiendo mal por las noches y que estaba cansada y tal y tal y tal.

Qué bueno, mira por dónde, un melodrama juvenil en la playa.

Solo nos faltaban las palomitas y el refresco y a disfrutar del espectáculo.

Y entonces me acordé de los dramas que hacía yo antes de empezar el Master profesional en Terapia de Vida Integral.

Y de cómo una de las mejores cosas que aprendí es a dar gracias por todo lo que tengo y a quejarme menos.

Parece algo muy simple y fácil de hacer, pero hay que practicarlo.

Y también está muy bien agradecer sinceramente los pequeños detalles que hace la gente por nosotros en el día a día.

Así que, si quieres dejar de lado esos dramas que te hacen sufrir y quejarte,

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Te envío la historia de la vez en la que casi me quedo calva una semana antes de mi boda:

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