Que poco nos acordamos de cuando éramos jóvenes y suspendíamos algo. Por eso a veces pedimos a nuestros hijos que sean mejor que nosotros y les exigimos mucho.
¡La de años que estuve atracando la nevera al llegar a casa del trabajo!
¡Ni me sentaba, oye… total para qué!
Me ponía a abrir la nevera, armarios y cajones y empezaba a comer como si no hubiera un mañana.
¿Qué desesperación, ¡qué ansia por comer!
¿Por qué me pasaba esto?, y ¿por qué no lo podía controlar?