Te voy a decir la verdad.
Hasta que no fui al instituto no sabía lo que era un suspenso.
Me llamaban la chica de los notables.
Solo tenía sobresalientes y notables.
No estudiaba mucho, con lo que me explicaban en clase y un repaso antes del examen me valía.
Fue muy impactante para mí el tener un suspenso y encima en Matemáticas, mi asignatura favorita.
Después de ese primer suspenso la cosa fue de mal en peor, me fui llevando asignaturas de un curso para el otro y al final me saqué el Bachiller como pude y me puse a trabajar.
Cuando le dije a mi padre que me iba a poner a trabajar se quedó blanco, él siempre había tenido unas expectativas muy altas conmigo.
Pero era mi camino, no el suyo.
Desde que empecé a trabajar no he parado.
En esas he sido madre y desde ese momento me he dado cuenta de que yo también tenía muchas expectativas con mi hijo.
Siempre traía unas notazas maravillosas y me sentía la madre más orgullosa del mundo hasta que…
Hasta que llegó a casa con el primer suspenso, en ese momento saltaron todas mis alarmas: Taquicardia, sudores fríos, ansiedad.
-¿Cómo ME puedes traer un suspenso? ¿Con lo listo que tú eres?
Mi hijo va a ser un fracasado, no va a poder estudiar lo que quiera… pensaba yo durante todo el día.
Va a ser como yo, una fracasada que trabaja en un puesto de m.
Por otro lado una vocecita me decía, tranquila Nekane que está en 6º de Primaria, todavía hay tiempo de enderezarlo.
Y lo enderecé, aprobó la asignatura y el curso siguiente 1º de ESO también.
Este año estaba tranquila y tomaaaa mazazo.
Ha suspendido 6 asignaturas en la 2ª evaluación.
Y… ¡Sorpresa!
No he montado ningún drama.
¿De verdad que no has montado ningún drama?
De verdad de la buena.
Me he dado cuenta de que el que suspende es él, no yo.
Le quiero mucho y quiero lo mejor para él.
Y la mejor manera de quererle es enseñarle a responsabilizarse de lo que hace.
Las expectativas que yo tuviera son mías y solo mías.
Y los pollos que le montaba eran míos y solo míos, por el arrepentimiento de no haber estudiado más.
No me daba cuenta de que con mi sentimiento de culpa por no haber estudiado una carrera como quería mi padre, se lo estaba poniendo eso sobre los hombros a mi hijo.
¡Vaya herencia que le estaba dejando!
De niños copiamos todo de nuestros padres.
Yo solo me acordaba de los notables de EGB. ¡Que antigua soy!
Y había borrado de mi cabeza los suspensos que saqué en el Insti.
Como si yo no hubiera tenido suspensos
Que memoria más memoria selectiva tengo je, je, je.
¿Esto quiere decir que ahora no me interese por como le va a mi hijo?
Ni lo uno ni lo otro.
Al liberarme de la culpa, le he liberado de mis expectativas y ahora sabe que se tiene que responsabilizar él.
Aunque me aseguro desde una distancia de que se responsabilice.
Sé cuando son las evaluaciones y hablo con los profesores.
Le ayudo a aclarar sus dudas cuando me lo pide.
Estoy ahí, pero sin estar encima de él.
De esta manera reduzco mi nivel de estrés y ansiedad y el suyo por no estar continuamente preguntándole por todo.
Si en cada evaluación en tu casa hay una guerra fría y quieres calmar los ánimos, esto te interesa