Desde siempre, me han impresionado los aviones.
Me parecían tan grandes y patosos en el aeropuerto que no me imaginaba que se pudieran sostener en el cielo.
Esto de volar a mí me pilló mayor, la verdad.
Y digo mayor porque en mi primer vuelo había niños de 2 a 6 años con sus padres, y estaban como Pedro por su casa.
Yo iba atacada.
Era mi primer vuelo porque tenía que cruzar el “charco” hasta Canadá.
No lo pasé muy bien, me dio hasta dolor de cabeza.
Y pasé bastante miedo en el vuelo, pensando en todo lo malo que podría pasar.
Desde entonces hasta ahora ha llovido mucho.
El caso es que cuando empecé a incluir a nuestro hijo en los viajes de avión, ni por asomo quería que se asustara como yo y se me ocurrió un juego:
Cuando el avión empezaba a despegar, yo decía, con una sonrisa en la boca:
“Mira cómo subimos”.
Y luego decíamos los dos a la vez riéndonos:
“Eeeeeeeeeeup ya estamos, Bien, Bravo”.
De esa manera, manejaba mi estrés y el de mi hijo, convirtiéndolo en un aliado con el juego.
Desde que hice el Master profesional de Vida Integral, aprendí que ese miedo que a veces tenemos a lo que no podemos controlar, nos paraliza en nuestra vida.
De esa manera dejamos de hacer cosas que de verdad deseamos hacer.
¿Qué te parece si te vas quitando ese miedo, estrés, ansiedad, (o como quieras llamarlo) y lo cambias por algo divertido y satisfactorio?.
Sí es así entonces,
te propongo que te pongas en contacto conmigo y te apunto en una lista de espera para que tengas una 1ª Sesión gratuita conmigo.
Y te cuento lo que puedes hacer no solo para viajar más relajada, sino para vivir más relajada tu vida.