Una mujer que está en sesiones individuales conmigo, tenía mucha vergüenza de hacer cosas que no están bien vistas por la sociedad.
No estoy hablando de grandes hazañas, sino de algo tan sencillo como refrescarse cuando hace calor.
Y en la sesión me contó un logro que había conseguido, gracias a lo que hacemos en sus sesiones.
El caso es que, con esta ola de calor que hemos pasado, se le ocurrió que podía ir con su familia a un pueblo costero a pasear.
Ella pensó que era un buen plan para pasar la tarde, hasta que llegó un momento en el que, aún llevando sombrero y ropa ligera, estaba sintiendo muchísimo calor.
Y para colmo estaban al lado de la playa, pero no habían llevado bañadores.
De repente vio a gente en unas duchas, justo allí en el puerto, sin necesidad de entrar en la playa.
Y en ese momento se acordó de una práctica que había aprendido en sesiones y se decidió a utilizarla en ese momento.
Le dio a su marido las gafas de sol y el sombrero y se fue un poco nerviosa hacia la ducha.
Esperó un poco su turno y fue directa a mojarse la cabeza.
El beneficio de sentirse más fresca, pudo con el miedo y la vergüenza a parecer que iba a participar en un concurso de camisetas mojadas.
Se escurrió un poco el agua del pelo y se puso de nuevo el sombrero.
El resto de la tarde lo pasó bien fresca y la ropa se secó enseguida.
Muchas veces dejamos de hacer cosas por el miedo o la vergüenza al qué dirán los demás.
Si tú también quieres hacer cosas que no te atreves porque te da miedo hacerlas y eso te hace sufrir,
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