Ayer por la tarde iba en el coche y pasé por una calle por las que pasé el día de mi examen de conducir.
Hacía muchiiiiiiiisimo tiempo que no pasaba por allí.
Y me vino como un flashback del día del examen.
Ese día lo pasé fatal, me imagino que como la mayoría, pero es que a mí siempre me pasaban cosas “raras”.
El día en cuestión fuimos en dos coches de la autoescuela 5 personas, en uno te examinabas y en el otro estaban los que se iban a examinar y los que ya se habían examinado.
Sorteamos los puestos y a mí me tocó examinarme la tercera.
Empieza el primero, vale, le seguimos en el coche detrás.
Hace su examen y cambio de personas.
En esas me entran a mí unas ganas de mear que pa que.
Y le digo al que conducía nuestro coche:
-¿Te importa parar en un bar, y meo, porque ya no me aguanto más y luego me recogéis?
-No se puede Nekane- Me dijo- Porque no sabemos qué camino va a tomar el examinador.
Y yo, ¡Comor! ¡No me puede estar pasando esto, soy la siguiente y me estoy meando! ¿Por qué me pasan estas cosas solo a mí?
En ese momento, se detiene el coche de adelante y se baja el piloto…
¡Me toca a mí! ¿Que hago, meo en la calle o me meto en el coche?
Que sea lo que Dios quiera, voy al coche.
El examen se me hizo eteeeerno, qué cruz. Solo podía pensar en lo que me estaba meando.
Y por supuestísimo yo ya estaba haciéndome la peli de que había suspendido.
Después de esto, todavía tuve que esperar otra hora y pico, pero cuando llegué al primer bar me sentí liberada.
Luego las buenas noticias. ¡Había aprobado!
Yo creo que de chiripa, pero bueno, lo aprobé que eso es lo importante.
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