Todavía me acuerdo de la última vez que casi tuve ansiedad sin darme cuenta.
Antes en mí, el tener ansiedad era bastante recurrente.
El caso es que tengo una escalera en mi casa y de subir y bajar, se mancha la pared.
Cada vez que subía o bajaba veía las manchas en la pared, y me ponía histérica.
Te parecerá una chorrada pero la escalera conseguía sacarme de mis casillas.
Lo peor de todo es que estaba casi recién pintada, hacía 6 meses como mucho que había venido el pintor.
Como te puedes imaginar, no se puede estar todos los meses pintando la escalera así que pensé en buscar una solución.
¿Y donde vas a encontrar más soluciones que en internet?
Allí que me fui de cabeza.
Al principio me fue bastante bien.
Mira, esto es chulo, esto interesante.
Apuntaba las propuestas, y no me daba cuenta de cuantas estaba apuntando.
¿Sabes cuantas opciones tenía para cuando acabé?
Nada más y nada menos que 20.
¿Y eso es un problema tan grande cuando hay otros muchos problemas en esta vida?
Pues para mi mente sí lo era.
Me costaba horrores tomar una decisión y si a ti también te cuesta, me entenderás a la perfección.
El como decorar la escalera puede parecer una decisión trivial, pero me pasaba lo mismo con cualquier decisión de mi vida.
Y esto me creaba ansiedad.
Y esa ansiedad hacía que todos mis pensamientos se volvieran locos y estuvieran en mi cabeza dando vueltas todo el día.
Y a veces toda la noche.
Como no podía pensar con claridad, y para mantener a raya esa ansiedad, me daba por comer.
Comía para cubrir esa necesidad de bienestar que por algún cortocircuito en mi mente creía que debería de funcionar.
Pero no funcionaba.
Después me sentía peor, me sentía culpable por lo que había comido.
Y empezaba otra vez el círculo vicioso.
Para cuando me daba cuenta de que otra vez me había dejado arrastrar por la ansiedad ya había subido un par de kilos.
Si hubiera estado delgada no habría mucho problema, pero tenía mucho sobrepeso y era más carga para mi cuerpo.
Y para colmo no habría decidido todavía que solución darle a la escalera y se quedaría tal cual.
Con sus manchas.
Hasta que me diera otra vez el siroco y decidiera pintar de nuevo.
Es algo que yo hacía muy a menudo
Afortunadamente ya no lo hago menos y soy más feliz.
El problema no es la indecisión.
Si no utilizar inconscientemente esa indecisión para sentirte mal y tener algún motivo para tratarte mal, ya sea con comida, bebida, ejercicio excesivo, lo que sea que hagas.
Al final comer de más es una conducta que yo utilizaba para evadirme de mi vida.
Otras personas se recurren a las drogas, las redes sociales, las series, telenovelas para no responsabilizarse de su vida.
Lo que a mí me ha ayudado es conocerme a mi misma, y saber por qué entraba en esa espiral autodestructiva.
Ha sido una liberación total.
El cambio no pasó de la noche a la mañana.
He pasado muchos años haciéndolo y se convirtió en costumbre.
Cada uno tiene sus retos.
Ahora veo enseguida lo que pasa y no me estreso. Sigo adelante.
En este proceso me he dado cuenta de que me quiero más a mi misma, me respeto más y por eso no trato mal a mi cuerpo y a mi mente (tal y como lo hacía antes).
Este tipo de conductas de evasión se suavizan mucho si los hablas con alguien que te pueda entender y ayudar.
Si te atreves a sacarlos a la luz, te puedo guiar para que te liberes de ese comportamiento.
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